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Project Monitoring, sin descanso en tiempos de la COVID-19
A la declaración del estado de alarma el pasado 14 de marzo siguieron dos meses de práctica hibernación social y económica, que afectaron de lleno a todos los sectores empresariales. También al mundo inmobiliario, sobre todo en lo referentes a visitas presenciales de inmuebles y cierre de operaciones de compraventa. Sin embargo, no todo ha sido parálisis en el sector inmobiliario.
Dejando a un lado el papel que ha jugado la digitalización, donde las herramientas virtuales han permitido a los potenciales compradores seguir visitando desde la distancia las viviendas en oferta, tanto los trabajos de valoración inmobiliaria como las obras de construcción de viviendas se cuentan entre las pocas actividades que se han podido mantener vivas durante todo el confinamiento, con la única excepción de dos semanas de paro obligado en el caso de las obras.
Como empresa líder en valoración inmobiliaria en España, Tinsa adaptó en tiempo récord el 100 % de su operativa de oficina al teletrabajo, pero también siguió prestando servicio en actividades presenciales como son las visitas de inmuebles, exteriores y también interiores siempre que se permitió el acceso de los tasadores y cumpliendo en todo momento las medidas de seguridad e higiene necesarias.
Y en Tinsa tampoco ha cesado la actividad en un área clave para el sector promotor como es el project monitoring, un servicio que se convirtió en partner indispensable de cualquier proyecto inmobiliario con la reactivación del sector tras la crisis de 2007. No hay más que ver que Tinsa ha triplicado su actividad de la división de Project Monitoring en los últimos tres años.
Este control de los ingresos y los gastos durante el desarrollo de una promoción, desde la adquisición del suelo hasta la entrega final del inmueble, es realizado por un equipo de consultoría técnica independiente tanto de la entidad financiera como de la promotora. Aporta un análisis periódico, fiable y objetivo, que permite detectar riesgos actuales o potenciales, así como medidas correctoras para lograr el objetivo previsto sin desviaciones de plazo o presupuesto, garantizando la consecución y éxito del proyecto. ¿Cómo? Asegurando que las disposiciones de crédito se destinan a cubrir gastos generados en la promoción y supervisando el desarrollo de todos los trámites técnico-administrativos.
De los varios centenares de promociones que está monitorizando Tinsa en todo el país, la práctica totalidad retomó su actividad al acabar las dos semanas de cierre obligado a principios de abril y los que se retrasaron lo hicieron a las pocas semanas. La necesidad de acabar y entregar los proyectos en tiempo y forma ha obligado a desplegar una intensa actividad en el trimestre.
Ya en 2019 la quiebra de algunas constructoras había puesto en alerta al sector. Con la crisis de la COVID-19, las tensiones de caja y el empeoramiento de la situación financiera del tejido empresarial han provocado que en muchos casos se haya incrementado el control y seguimiento en las obras mediante monitorizaciones de intensidad superior, que garantizan incluso que las disposiciones aportadas por la entidad financiera se destinan al pago de las subcontratas, el eslabón más débil de la cadena del desarrollo y la promoción inmobiliaria.
El project monitoring refuerza en estos días, por tanto, su papel de aliado del promotor y “auditor” delegado de las entidades financieras en las promociones, como una herramienta para garantizar el buen desarrollo del proyecto.
A medio plazo, volverá a ponerse en valor el papel del project monitoring también en el ámbito de la construcción sostenible, que exige excelencia energética y que en algunos casos puede tener supeditada su financiación al cumplimiento de determinados parámetros ‘verdes’. La supervisión técnica será el mecanismo idóneo para asesorar a los promotores en ese escenario y permitirá a las entidades financieras tener una garantía de que los proyectos que están financiando mantienen a lo largo de la ejecución el estándar de eficiencia exigido.