Premio Aproin 2020 a la Mejor Actuación Inmobiliaria en Rehabilitación
Bodía Servicios Sociosanitarios
Premio Aproin 2020 a la mejor actuación inmobiliaria en REHABILITACIÓN para Bodía Servicios Sociosanitarios, por la edificación situada en la calle Sagunto nº 24 de Vigo, en la cual intervino como arquitecto Pedro de la Puente Crespo, llevando a cabo los trabajos de construcción la empresa Abeconsa.
Hace más de un siglo, en 1918, Manuel Montes, un emigrante retornado que había hecho fortuna en Chile, le encargó el proyecto de su vivienda en la calle Sagunto en el Calvario, al arquitecto francés Michel Pacewicz, asentado profesionalmente en Vigo desde 1904.
La vivienda, rodeada por un amplio jardín, diseñada con evidente influencia parisina, con sobrios volúmenes simétricos, y construida por robustos muros de mampostería, ha sobrevivido más de un siglo, viendo crecer y transformarse la ciudad.
A lo largo de este tiempo, ha sufrido múltiples intervenciones que le han permitido adaptarse a los cambios y continuar en plena forma.
Hasta los años 80 como Sanatorio Santa Cristina dirigido por el doctor Corbal, conocido como el “medico de los pobres” que atendía un “puesto de socorro” en el Sanatorio y por el doctor Amoedo, cirujano, que además de trabajar en el Sanatorio, dirigió el Hospital Municipal, hoy llamado Nicolás Peña.
Ya en 1990 se transformó en la Clínica El Magnolio, especializándose en atención a víctimas de accidentes de tráfico, laborales y deportivos, con asistencia a compañías y mutuas.
En 2016, un grupo de especialistas en el cuidado de personas mayores, liderado por el Doctor Pardo de Vera, con una red de centros en Castrelos, Fragoso y Nigrán, decidieron transformar el edificio en una residencia asistida de personas mayores, devolviendo el esplendor original del inmueble.
Bajo la batuta del destacado arquitecto vigués, Pedro de la Puente, se redactó un proyecto de rehabilitación integral, con un doble reto: la sustitución y nueva distribución de usos del edificio, ya que se encontraba completamente obsoleta como centro de atención sanitario, y el escrupuloso respeto al patrimonio construido de un edificio singular.
Tras una compleja tramitación patrimonial, las obras pudieron comenzar. Fue necesario destapar las heridas, curarlas y coserlas. Intervenir tanto en la piel exterior como en todos los órganos vitales, el esqueleto de madera y renovar venas y arterias. Sin olvidar la piel, con estrías, arrugas y cicatrices de la edad.
Los promotores Ana, Lupe y Gerardo, encargaron a la empresa constructora Abeconsa la ejecución de las complejas obras.
Los muros de sillería de granito, escondidos bajo morteros envejecidos han recuperado su presencia en el día a día de la residencia. La configuración de pasillo central en cada planta, ha permitido recuperar los espacios diseñados por Pacewicz para las habitaciones, de una luminosidad impactante, en comunicación constante con el jardín que lo rodea.
La rehabilitación completa de la fachada, reparando paramentos y vuelos, ha puesto en valor el equilibrio compositivo del proyecto original, y el damero del frontón de la fachada principal, vuelve a recibir a los visitantes, como hace 100 años.
La fachada incorpora ahora el aislamiento térmico necesario, lo que, en combinación con la renovación completa de la carpintería exterior, garantiza la eficiencia del sistema de climatización completamente actualizado.
Fueron 2 años de intensos esfuerzos, técnicos y económicos. El destino quiso que las obras finalizasen justo cuando más se necesitaba, en abril de 2020. De mano de la Conselleria de Sanidade, albergó en sus primeros meses a mayores enfermos de coronavirus, que se aislaban para recuperarse entre sus paredes.
Hoy luce joven y brillante, engalanado en medio del jardín centenario que lo rodea, con su imponente Magnolio, dispuesto a recoger y proteger a las decenas de mayores que en él ya habitan de modo permanente.
Es muy reconfortante ver pasear a sus inquilinos, tanto por el interior como por el exterior de este edificio, en otra hora palacete de un indiano, hoy hogar de 32 personas que, en sus propias palabras, dicen sentirse como en casa desde el primer día.
Con este premio el jurado quiere reconocer la notable calidad en la recuperación de esta vivienda y de sus espacios comunes, resultado de un buen hacer que lo hacen merecedor de esta distinción, una apuesta de unos pocos que nos hace mejores a todos.
Pinturas Juan y Diego
Los trabajos consistieron en el pintado interior y fundamentalmente en la restauración de la fachada exterior.
La rehabilitación de la fachada presentaba el reto de acondicionar una fachada con múltiples tratamientos previos, fisuras y faltas debido a la antigüedad del edificio… para ello se eliminaron las capas antiguas de pintura, se sanearon fisuras, grietas, elementos decorativos y se dio un acabado con pintura –armada con malla–.
Además se saneó y se le dio una nueva vida al damero que adorna la fachada principal, que estuvo oculto durante muchos años bajo varias capas de pintura y afloró en los trabajos de limpieza de la fachada.
Se respetaron los tonos granates originales del primer diseño de la casa en los paños de planta baja.