Nuestro granito de arena
José González
arquitecto_
Estamos viviendo momentos de incertidumbre, estamos sufriendo lo que esperemos que sean los últimos coletazos de una pandemia mundial, la COVID 19, hemos vivido situaciones que, si nos lo cuentan, pensaríamos que era un guión de Hollywood, vuelve el género de catástrofes tan de moda en los setenta, pero como se suele decir la realidad supera a la ficción, el mundo se paró, tuvimos que quedarnos en casa confinados.
Cuando la situación sobrevenida por la anterior crisis económica empezaba a mejorar, nos golpea la COVID-19, cuando parece que estamos dejando atrás la pandemia, nos encontramos con –nunca mejor dicho– los efectos secundarios, falta de suministros debido, entre otras causas a la falta de producción, como consecuencia de los confinamientos a nivel mundial que hemos sufrido, problemas de logística, importar materiales es más caro, esta situación nos ha llevado a sufrir el I.P.C. más elevado en treinta años. Esto nos deja al sector, en una tesitura de subida de precios, pides un presupuesto y solo te lo garantizan quince días, y para complicar más el asunto, Rusia invade Ucrania y como se suele decir vulgarmente éramos pocos y…
Una vuelta de tuerca más como no había ya suficientes problemas derivados de la COVID-19, llega el amigo Putin e invade Ucrania, si pensábamos que era imposible que subiese más la energía, el petróleo se dispara, durante la pandemia, llegamos a ver el litro de gasóleo “A” a menos de un euro, estos días en muchas gasolineras españolas el diésel supera los dos euros, en Vigo lo rozamos, pero aún no llegamos.
Hacía mucho tiempo que trabajar no era tan complicado, ahora es casi heróico, subida de precios, huelga de camioneros, subidas del salario mínimo interprofesional, etc.
Pero aquí no vamos a hacer un análisis de geopolítica, aquí podemos decir, que, si trabajamos para reducir el consumo de combustible y las necesidades energéticas, no solo de nuestras promociones nuevas, sino también de los edificios existentes.
Este trabajo, no solo está presente en las nuevas promociones, en las que tenemos un estándar, el Passivhaus, o Casas Pasivas, que en un principio se aplicaba a vivienda unifamiliares principalmente, pero en la actualidad, nuestra ciudad ya cuenta con promociones diseñadas y construidas para obtener dicha certificación, sino en los proyectos de rehabilitación de construcciones existente. Tenemos muchos ejemplos, solo hay que pasear por la Av. de Castelao y ver como en los últimos tiempos, la rehabilitación de edificios a través de fachadas SATE o con sistemas de fachada trasventilada son la actuación más habitual, así como la instalación de ventilación forzada con intercambiadores de calor para aprovechar el calor, o calderas de condensación.
A parte de la rehabilitación energética de las fachadas, debería haber una mayor promoción del uso de la energía solar, en estos días la prensa local se hacía eco de la aplicación de una normativa europea que afecta a los sistemas de calefacción central más antiguos, la obligatoriedad de poner contadores individuales por finca para poder repercutir a cada vecino el coste y favorecer un uso más racional de las calefacciones.
La teoría está muy bien, pero creo que en muchos casos va a ser muy difícil implementar dicha normativa, quizás en estos casos podría ser más interesante complementar el sistema existente con la instalación de paneles termosolares u otro sistema de energía renovable, para así reducir el consumo de combustibles fósiles.
Cuando veo a través de aplicaciones de mapas, los tejados de nuestra hermosa ciudad, veo demasiado rojo de tejas y poco negro de paneles solares. Que el gobierno nos mande subir un par de grados el aire acondicionado, que se favorezca el coche compartido, está bien, que se baje la velocidad en autopistas, sinceramente me parece una chorrada -mi coche la mayor eficiencia de consumo no la consigue a 100Km/h.- pero creo que debería haber mayor facilidad y ayudas, para la instalación de paneles u otras fuentes de energía renovables en los edificios existentes.
Ahora más que nunca la calidad de la construcción no solo se debe observar en los acabados de una vivienda, sino en el confort térmico y acústico, que nos permita poder disfrutar de un hogar confortable, con un bajo coste climático.