La escasez de mano de obra en la construcción residencial : un desafío que no podemos ignorar

Ricardo R-Moreiras Álvarez
Director de Inversión Inmobiliaria Galicia
Banco Sabadell Gallego

Uno de los grandes retos que afronta hoy la construcción residencial en España es la falta de mano de obra. No se trata de una cuestión puntual, sino de un problema de fondo que afecta a la capacidad de levantar nuevas viviendas, rehabilitar las existentes y, en definitiva, dar respuesta a la necesidad de Obra Nueva que contribuya a paliar la situación actual del mercado de la vivienda y el acceso a la misma.

Las cifras hablan por sí solas: en los últimos cuatro años el número de vacantes sin cubrir en el sector prácticamente se ha duplicado, y más del 60 % de los albañiles supera ya los 45 años. En el lado opuesto, apenas un 9 % de los trabajadores de obra tiene menos de 30 años, cuando hace quince años ese porcentaje triplicaba el actual. Este desajuste generacional refleja una realidad clara: cada vez se jubilan más profesionales de los que se incorporan, y el relevo no está garantizado.

El problema no reside únicamente en la edad. Existe también un evidente desajuste formativo: buena parte de los nuevos titulados no responden al perfil práctico que hoy demanda el mercado. Mientras tanto, oficios clave como electricistas, fontaneros, encofradores o instaladores de sistemas energéticos eficientes son cada vez más difíciles de encontrar. A ello se suma la percepción del sector como un trabajo duro, exigente físicamente y con menor atractivo frente a otras alternativas profesionales.

Al mismo tiempo, la presión sobre la construcción residencial se incrementa. La demanda de vivienda sigue creciendo, los programas de rehabilitación energética reciben financiación europea y las administraciones impulsan planes de regeneración urbana. Se calcula que para atender estas necesidades el sector necesitaría más de 700.000 trabajadores adicionales, una cifra difícil de alcanzar en el corto plazo. En regiones como Galicia, la situación se acentúa por factores demográficos y geográficos: la dispersión poblacional, el envejecimiento y la movilidad laboral hacia otras comunidades complican todavía más la disponibilidad de personal en obra.

Las consecuencias son evidentes: retrasos en proyectos, mayores costes que desembocan en una menor producción de vivienda. En los últimos cinco años los salarios en construcción han subido cerca de un 45 %, una evolución positiva para el trabajador pero que encarece los presupuestos y repercute directamente en el precio final de las viviendas. A todo ello se suma el riesgo de que, por falta de profesionales cualificados, la calidad técnica de algunas obras pueda verse comprometida.

¿Qué hacer ante esta situación? No hay soluciones rápidas, pero sí caminos claros. En primer lugar, reforzar la formación profesional adaptada a las nuevas necesidades: industrialización de procesos, rehabilitación energética, construcción modular. También es imprescindible cambiar la percepción social de la construcción, presentándola como una profesión con futuro, innovación y valor social. Mejorar las condiciones laborales y ofrecer trayectorias profesionales estables será clave para atraer a las nuevas generaciones.

Por otra parte, la inmigración laboral puede ser parte de la respuesta, siempre acompañada de políticas de integración y homologación de competencias que permitan incorporar talento extranjero de forma ordenada. Y, sin duda, la tecnología debe jugar un papel protagonista: la digitalización de procesos, el uso de BIM, la prefabricación y la construcción modular pueden reducir la dependencia de mano de obra intensiva y hacer el sector más atractivo.

La escasez de trabajadores en la construcción no es un problema menor ni pasajero: es un reto estructural que exige colaboración público-privada, visión de largo plazo y capacidad de adaptación. Galicia, como el conjunto de España, necesita dar un paso decidido en esta dirección si queremos que el acceso a la vivienda deje de ser una promesa y se convierta en una realidad tangible.

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