Las rampas de la Gran Vía
José González
arquitecto_
A finales del pasado año 2020, se produce la inauguración de las rampas mecánicas de la Gran Vía, en su tramo comprendido entra las confluencias de las calles Brasil y María Berdiales, con la calle Venezuela. Dicho proyecto, según la idea del alcalde, debe comunicar Urzáiz con la recientemente reformada Plaza de América. Esta actuación, se enmarca en la iniciativa Vigo Vertical, que tiene como objetivo mejorar el movimiento de los ciudadanos y facilitar una movilidad baja en carbono.
Las Rampas de la Gran Vía, que han sido premiadas con el Premio Semana Española de la Movilidad Sostenible 2020, premio otorgado por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, no son la primera intervención de programa Vigo Vertical, pero si quizás una de las que mayor polémica ha creado.
Yo no voy a criticar el programa Vigo Vertical, ni los objetivos que persigue, en general estoy de acuerdo con sus actuaciones, aunque en ocasiones echo de menos cierta interconexión entre las actuaciones que la componen; como por ejemplo las escaleras de la Plaza de Portugal, que parten de la calle Uruguay y se mueren en la plaza, me hubiese parecido más interesante que estas escaleras formasen parte de un grupo de instalaciones mecánicas que permitiesen salvar la diferencia de cota entre García Barbón y Urzáiz; en este caso el primer tramo, sería fácil, desde las escalinatas que parten de la Travesía de Santiago de Vigo y finalizan en la calle Uruguay, donde se ubica el monumento al general Artigas, héroe de la independencia de Uruguay, desembocando casi en frente a las de Plaza de Portugal y desde la calle Rogelio Abalde ya tenemos un pequeño tramo para llegar a Urzáiz.
También tenemos que tener en cuenta que vivimos en una ciudad hermosa, sobre las laderas del Castro y la Guía, y que se extiende por el “Val do Fragoso”, unas laderas que descienden hasta la ría, de belleza incomparable y probablemente uno de los mejores puertos naturales del mundo, es decir, una ciudad en pendiente, lo que me recuerda alguna crítica en dos aspectos, uno de ellos hace referencia al hecho de que con este tipo de actuaciones, se fomenta una vida falta de ejercicio físico y otra crítica que ha surgido cuando con amigos y conocidos hemos tratado el tema de las actuaciones de Vigo Vertical, es que creamos calles de primera con rampas y escaleras y calles de segunda sin ningún tipo de ayuda mecánica para superar las cuestas de la ciudad.
No comparto estas críticas, por otro lado totalmente respetables, fundamentalmente por que no las consideré bien argumentadas, pero sí creo que quizás no hemos sabido aprovechar en muchos aspectos, entre ellos el urbanístico, las pendientes de nuestra ubicación y crear una ciudad, como si fuese un balcón sobre la ría, ya que parece que le damos la espalda a la misma, podemos ver como hasta hace relativamente poco tiempo muchos edificios daban la espalda a la belleza de la ría con sus fachadas. Un ejemplo lo tenemos en Bouzas, donde entre el casco histórico de Bouzas y el entorno del puente de la VG-20, los edificios reservan su fachada más cuidada, a la calle y a su mejor vista que es desde la playa o del paseo, un tratamiento de fachada trasera o de patio de manzana.
Desde mi punto de vista están mejor resueltas las actuaciones en las que se emplea un ascensor, que en las que se emplean escaleras o rampas como es el caso que nos ocupa. Probablemente se deba a mi formación académica, me encuentro más cómodo con diseños minimalistas, y en mi opinión, ni las escaleras instaladas por ahora en la calle de la Segunda República, antes conocida como Baixada a Príncipe, ni en las instaladas en la Plaza de Portugal, con las cubiertas acristaladas colocadas sobre las escaleras y mucho menos en Gran Vía, con el invernadero colorista, cubre las rampas, que parece un catálogo de un fabricante de pinturas, con cada soporte de un tono distinto, sinceramente “me mata”, mientras en las escaleras mencionadas con anterioridad, el color elegido fue el rojo, elección que achaqué a que es uno de los colores de la bandera de nuestra ciudad.
Todo esto estimado lector, no es más que la opinión de un ciudadano que se conforma con crear un poco de debate, no sobre su utilidad que creo que son útiles, sobre todo para una sociedad cada vez más envejecida, que tiene el derecho a moverse libremente por su ciudad, si no sobre su aspecto estético o de la manera en la que se han ejecutado. Por que en el caso de las rampas de la Gran Vía, no entiendo la necesidad de quitar al Monumento al Trabajo, la también conocida como escultura de “Los Rederos”, también muy polémica en el pasado, ya forma parte del paisaje urbano de la Gran Vía y considero que más que trasladar la escultura, debería integrarse en la actuación. Las cubiertas coloristas, crean desde mi punto de vista, una barrera visual ya que desde la acera impar, no se ve la acera par, a su vez si uno circula por la acera, a la cual le han cambiado el acabado de terrazo “ochentero”, por el de placas de hormigón, se encuentra, que ha disminuido su ancho útil, al instalarse una nueva jardinera. Con las rampas ubicadas en el bulevar central, hemos quitado gente de las aceras, gente que antes pasaba por los comercios y veían los escaparates, ahora la mayoría de la gente va por el bulevar central.
Para mí se debería haber eliminado el bulevar central, dejando una jardinera de metro y medio para plantar árboles de gran porte, manteniendo la calzada del mismo ancho, ampliaría las aceras existentes, dándole mayor espacio, donde colocaría las rampas, ampliando la zona de paseo y acercado las rampas a las viviendas y al comercio y no como ahora, opino que hemos alejado a los peatones del comercio y de los edificios y si alguien se lo pregunta: sí, colocaría rampas en ambas aceras. Ya sé que se encarece el proyecto, pero creo que sería más completo y las cubriría con una pérgola con un diseño más sobrio.
Todo esto no deja de ser una opinión de un ciudadano que vive en esta ciudad y que quiere lo mejor para ella, y como opinión que es, se puede compartir o criticar, como no podía ser de otra manera.