El sector menos digital
Gabriel Rodríguez
arquitecto_ real state
Uno de los clientes de mi actual empresa es promotor delegado. Revisando la documentación que me facilitó de sus subcontratas de obra me sorprendió el orden en contratos, facturas, pagos, presupuestos.
Cerca de doce proveedores diferentes, cada uno de su oficio, cada uno de su padre y de su madre, todos pasando por el mismo aro, sin conocerse entre ellos.
Cuando se lo comenté a nuestro cliente me habló con orgullo de la plataforma web que usan para gestionar a todos los proveedores.
El que no está ahí, no pisa la obra. Ni cobra, que seguramente es motivo de más peso.
Lo sorprendente de todo esto es que yo me sorprenda porque alguien usa una herramienta informática, completa pero bastante sencilla. Esto sucede en 2022, ya no debería sorprendernos el mundo digital.
Pero en el sector inmobiliario es así. De los grandes sectores económicos, siempre queda de farolillo rojo en la adopción de nuevas tecnologías.
También es verdad que un sector al que nos referimos por una tecnología de hace once mil años, no parece destinado a ser cabeza de carrera en la digitalización. Me refiero al ladrillo, el mismo que usaban en Mesopotamia o el Imperio Romano.
No me parece raro configurar un coche en la web del fabricante. Tampoco me extraña reservar unas vacaciones desde el móvil, alojamiento, vuelos y coche de alquiler, el pack completo.
Son facilidades, incluso costumbres del día a día en 2022. Sin embargo, en mi propio sector, en el ladrillo, me extraña cuando alguien da un paso hacia la digitalización.
La oportunidad
Las opciones para adoptar nuevas tecnologías en una promoción son casi tantas como ladrillos suele haber.
El área en el que menos queda por recorrer es en las ventas. Obviamente, la innovación suele seguir de cerca al provecho económico más directo.
Pero en todo lo demás, donde el beneficio no es tan directo, o si acaso no tan evidente, no es necesario tirar la casa por la ventana para dar algún paso hacia el siglo XXI.
No hacen falta robots albañiles, de esos que construyen cualquier aparejo, más complejo, más preciso y más rápido que su homónimo humano.
No hace falta llenar las casas de domótica, con sensores hasta en las molduras del techo por si se despegan un par de milímetros.
No hace falta que el edificio entero salga de fábrica como una estantería de Ikea, listo para montar en obra con una llave alen.
Desde antes de la obra, el promotor puede coordinar a arquitectos, aparejadores, ingenieros y constructora alrededor de un modelo BIM. Dejar el autocad, los excels y los pdfs para coordinar a todos alrededor de una fuente consistente de información.
En obra, como el cliente con el que abría este artículo, las plataformas de gestión están a la orden del día. Combinadas con el BIM pueden hacer la obra mucho más ágil y trazable.
Y más allá de la gestión de la información, en los sistemas obra, el ladrillo en sí ya tiene muchos y muy merecidos herederos. La construcción en seco o la prefabricación ya no debería sonarnos a ciencia ficción. Y esto incluye elecciones tan sencillas como cambiar la tabiquería por pladur o incluir módulos de baño prefabricados. Por rapidez, precisión y limpieza, sobre todo.
Y volviendo al tema de ventas y comercialización, ya hay mucho hecho. (Casi) todas las promociones de vivienda tienen su propia web y están en alguno de los grandes portales inmobiliarios. ¿Pero cuántas permiten reservar vivienda online? ¿Y cuántas, por otro lado, tienen una estrategia de marketing online de verdad? Una estrategia más allá de contar cuántos dormitorios tienen las viviendas y lo cerca que están de la playa o del centro.
Hay mil y un frentes que abrir para empujar al mercado inmobiliario hacia lo digital. Revisando el avance de la tecnología en el sector en general, solo hace falta dar un paso adelante, escoger un eslabón de la cadena de valor y apostar por una forma de trabajar más innovadora que hasta ahora. Cualquier paso adelante supondrá sacar una cabeza entera a la gran mayoría de competidores.