MEDIO AMBIENTE

101 reglas básicas para edificios y ciudades sostenibles

Tras el éxito obtenido con su anterior libro «101 reglas básicas para una arquitectura de bajo consumo energético», el arquitecto británico Huw Heywood regresa con un nuevo libro donde amplía el campo de acción de la sostenibilidad para incluir proyectos de edificios y ciudades.

Con más de veinte años de práctica a nivel internacional a sus espaldas, Huw Heywood desarrolló su labor profesional en proyectos, de muy distinta escala en Reino Unido, Alemania y China. Actualmente centrado en la docencia y la investigación del urbanismo y arquitecturas sostenibles, Heywook se centra actualmente en la docencia como profesor de grado y posgrado en la Escuela de Arquitectura de la University of Portsmouth.

«101 reglas básicas para edificios y ciudades sostenibles», editado por Editorial Gustavo Gilio, podría definirse como un manual en el que el autor explica de modo directo e intuitivo como proyectar, siempre optimizando el uso de la energía natural en la arquitectura y el urbanismo.

A nadie escapa que, en los últimos tiempos, la conciencia ciudadana sobre los límites de los recursos naturales es cada vez mayor debido, entre otros muchos factores, a la presión cada vez más alarmante que el cambio climático y el crecimiento demográfico y urbanístico están ejerciendo sobre el planeta.

Huw Heywood intenta, con su trabajo, poner un punto de esperanza y algo de luz a este complejo problema a través de lo que el autor considera las 101 reglas básicas para optimizar el uso de la energía natural en la arquitectura y el urbanismo. Se trata de una obra amena en la que, a partir de consejos prácticos y cientos de sencillas ilustraciones, nos muestra el camino para proyectar según principios sostenibles de un modo directo e intuitivo.

Afirma Heywood, por ejemplo, que el diseño sostenible tiene seis dimensiones y señala que “Un edificio sostenible es holístico y se ha concebido contemplando toda su vida útil. La efectividad de sus cualidades medioambientales así como su impacto ambiental pueden observarse en las diferentes fases del proyecto. Esto es posible porque los tradicionales dibujos dimensionales han dejado paso a las maquetas tridimensionales virtuales e inteligentes, a las que se suma una cuarta dimensión, el paso del tiempo y una quinta el coste de las decisiones que tomamos a lo largo de la vida útil del edificio. En un modelo de seis dimensiones, la información sobre el proyecto ejecutado puede estar a disposición del propietario para permitir un funcionamiento sostenible del edificio. Innovar con las herramientas disponibles con el fin de crear entornos sostenibles es el fundamento del diseño en seis dimensiones.”

La propuesta de Huw Heywood incluye no sólo la obra a realizar, sino también el lugar dónde hacerlo y no duda en destacar la necesidad de utilizar solares en desuso, no terrenos sin urbanizar. En este sentido asegura que “Un solar puedes ser un terreno virgen o bien un terreno urbanizado que ha perdido su uso. Estos últimos pueden estar contaminados y , a la vez, ser ricos en biodiversidad, por lo que hay que ser cautos en la toma de decisiones. El uso de terrenos que nunca han sido edificados casi siempre dará lugar a un incremento en el transporte y en las emisiones e CO2, contribuirá a la expansión urbana, afectará a la biodiversidad y acarreará la despoblación del centro de las ciudades. Una reutilización inteligente de solares en desuso puede ser el germen de nuevas comunidades urbanas en el seno de ciudades ya consolidadas. En el caso de que no se vuelva a edificar , un solar en desuso puede destinarse a huertos urbanos”.

Uno de los elementos a tener en cuenta en una construcción sostenible pasa, según el autor, por hacernos una composición de lugar del planeta en que vivimos y tener la capacidad de actuar en consecuencia. Así una de sus 101 medidas destaca el hecho de que “nuestra atmósfera es delgada como una hoja de papel”. De hecho, señala Huw Heywood “Si la Tierra tuviese el tamaño de un balón de fútbol, la atmósfera que la rodearía tendría el grosor de una hoja de papel. En la atmósfera hay una capa de ozono que nos protege de la peligrosa radiación ultravioleta y que los clorofluorocarbonos (CFC), presentes en los refrigerantes del aire acondicionado, en algunos aislantes y en solventes y aerosoles de la construcción, dañan fácilmente. La mayoría del CO2 de oreen humano (antropogénico) se queda en la atmósfera y contribuye al cambio climático. Las ciudades son responsables del 70% de estas emisiones de CO2. Los edificios y las ciudades pueden ser respetuosos con la atmósfera si tienen un balance positivo de carbono y están libres de CFC”.

La interrelación entre la vida de la ciudad y la calidad de la salud de sus habitantes, es analizar en otro interesante apartado bajo el título “Una ciudad activa es una ciudad saludable”. En el Heywood destaca limitación de realizar actividad física en el entorno de una ciudad moderna y dependiente del coche. Es por ello que insiste en que “las ciudades deben facilitar la realización de actividades físicas a diario para toda la población. Las personas se desplazarán a pie di los espacios públicos son atractivos: es preciso prever lugares donde caminar e ir en bicicleta, hacer ejercicio y deporte, dedicarse a la jardinería o al cuidado de huertos urbanos”.