INSTALACIONES ELÉCTRICAS
El promotor que sufre una caída en obra
Relataba un promotor inmobiliario a un grupo de personas que le rodeaba, que se había presentado en las oficinas de una compañía, para solicitar el suministro de energía eléctrica para un edificio en construcción y que fue inmediatamente atendido, como corresponde a quien se encarga de proporcionar futuros clientes, recibiendo un trato diferenciado, al punto no solo de invitarle a sentarse, sino que además le ofrecieron té o café, a elegir, acompañado de unas pastas servidas por una encantadora azafata.
El promotor describe como recibe un adecuado asesoramiento y le permiten elegir entre varias opciones, sin imponerle ninguna exigencia, como la de tener que reservar un local para instalar un centro de transformación, la potencia solicitada, etc, y le prometen cumplir los plazos establecidos, tanto para proporcionarle el correspondiente presupuesto de las obras, de manera precisa clara y transparente, como para cumplir rigurosamente con la conexión eléctrica al edificio en la fecha necesaria, para que este pueda ser ocupado sin el menor retraso y molestias para sus ocupantes, sin tener que recurrir a mantener el suministro en las condiciones siempre precarias de la corriente de obra.
El promotor aprecia la exquisitez recibida en el trato, porque no soporta la intransigencia, la prepotencia ni la arrogancia.
La compañía eléctrica, entiende que la razón de su existencia es conectar clientes a su red y que el cliente siempre tiene la razón.
Poco después, y mientras el mencionado promotor contaba todo esto a las personas que le escuchaban, acude una ambulancia y es atendido por un médico, que le diagnóstica una fuerte conmoción cerebral y a juzgar por unos moratones de distintos tonos que presentaba en la cabeza, afirma que el hombre había sufrido alucinaciones en colores y todo ello, parece que fue consecuencia de haberse caído de un andamio de la obra.