La digitalización supondría hasta un 25% de ahorro de costes
La industria de la construcción está sumándose a la transformación digital, siguiendo la tendencia de otros sectores. A pesar de que llega con retraso, las compañías, ya sean promotoras, constructoras, fabricantes de materiales o distribuidores, tienen que adaptarse a este cambio, que producirá un entorno competitivo más complejo pero, al mismo tiempo, más dinámico.
La revolución digital puede ser una gran oportunidad para mejorar la eficiencia en costes, la experiencia del cliente y la diferenciación respecto a los competidores, pero puede suponer una amenaza si no se lleva a cabo correctamente. El informe de Oliver Wyman “Digitalización en el sector de la construcción: la revolución en marcha”, insta a las empresas del sector a aprovechar esta situación y a acelerar la adaptación a un mercado en evolución para evitar contratiempos futuros.
La presión por el cambio proviene de diferentes direcciones, como unos clientes con expectativas cambiantes, nuevas capacidades tecnológicas, una nueva generación de profesionales, un marco legislativo favorable o el lanzamiento de grandes proyectos de infraestructuras a nivel mundial. Solo una estrategia global y coherente, teniendo en cuenta todos los aspectos en conjunto, garantizará el éxito.
Una visión holística, clave desde el inicio
La complejidad del sector exige que la definición de una estrategia digital arranque con un análisis inicial que tenga en cuenta todos los aspectos involucrados. Solo mediante una evaluación exhaustiva del entorno podrá impulsarse un enfoque digital verdaderamente potente. Así, las compañías han de dar un paso atrás antes de avanzar, evaluando, entre otros, cuál es la evolución en las expectativas de los clientes, la situación de los competidores, las tecnologías disponibles, el nivel de madurez o la existencia de startups con las que aliarse. Desde 2010, la industria de la construcción ha dado lugar a 1.200 startups que han recibido 19.400 millones de euros en rondas de financiación, lo que da una idea del potencial del sector.
En esa estrategia de digitalización, el BIM (Building Information Modeling) ha de situarse en el centro y deberá conectar todos los elementos. En general, el BIM tiene aún gran potencial para impulsar mejoras (en costes, calidad, retrasos, seguridad) a lo largo de toda la cadena de valor de la construcción (diseño, construcción, operaciones, derrumbes) y, utilizado como eje central de un proyecto, puede conseguir ahorros del 15 al 20 por ciento.
Además, el informe identifica una serie de palancas clave a tener en cuenta por los actores del sector, y que se dividen en tres categorías: procesos de trabajo interactivos; máquinas, equipamiento y empleados conectados; y modelos industrializados. Su selección ha de ir de la mano de una estrategia conjunta que vaya más allá de las especificidades y genere sinergias entre todas las partes involucradas.
La reinvención del trabajo
La digitalización no solo tiene que ver con la tecnología, sino que influye en la organización, procesos y personas. En definitiva, supone un cambio completo de la cultura de la compañía y su comportamiento. El informe identifica una serie de factores de éxito que aseguran un cambio sostenible en el largo plazo.
El proyecto de digitalización ha de ser una prioridad de toda la compañía y estar impulsado desde la dirección. Solo así podrá impulsarse un cambio real de mentalidad que, además, tiene que ser comunicado de forma clara entre todos los empleados, evidenciando la necesidad de remar en una misma dirección, y ha de dotarse de los recursos necesarios para salir adelante. La creación de una función digital central que se responsabilice de impulsar y coordinar será clave en esta transformación de la compañía, tanto como situar a las personas en el centro: incentivos y formación ayudarán al impulso de trayectorias profesionales innovadoras que se valgan de lo mejor del nuevo y viejo modelo.
Finalmente, la digitalización generará enormes cantidades de información, que llegará de forma inmediata y estará relacionada con temas muy variados. Si bien esto representa una enorme oportunidad, requiere de una adaptación de los procesos y enfoques específicos que prioricen el análisis y eviten la confusión.
El cliente: en busca de un proyecto a su medida
La ola de la digitalización ha cambiado la manera en la que los consumidores se relacionan con las empresas, gracias a la irrupción de nuevas plataformas que les ofrecen productos o servicios a medida.
En palabras de Alejandro Gaffner Socio en Iberia de Energía, Infraestructuras y transporte: “la digitalización está en el centro de la transformación del negocio de la construcción. Estamos convencidos de que la estrategia digital es un componente clave para el éxito en los próximos años. Lo importante es gestionar la rentabilidad de esa transformación digital”.
Este cambio en los gustos y expectativas está llegando a la llamada “industria del ladrillo”, y los clientes esperan ese nivel de personalización para su hogar, oficina, local comercial o infraestructuras. Es necesario, más que nunca, que las compañías sitúen al cliente en el centro, repensando su experiencia y buscando una oferta verdaderamente innovadora. Las necesidades del cliente ocupan un lugar clave a la hora de alimentar y enriquecer el desarrollo de la estrategia digital.
A la experiencia mejorada se le une un cambio de pensamiento, menos centrado en el producto y más en el servicio. Las compañías han de alejarse de los modelos antiguos y hacerse más flexibles, trabajando cerca del cliente e integrando constantemente sus expectativas cambiantes.
Para hacer realidad la ‘vida conectada’ que desean, las construcciones tendrán que ofrecer opciones más personalizables, modulares, eficientes y conectadas. Además, la digitalización del sector también supondrá una gran oportunidad a la hora de reducir el impacto ambiental de los proyectos, ayudando al cumplimiento de los objetivos de emisiones en todo el mundo. En este sentido, según el estudio de Oliver Wyman, la eficiencia energética es el aspecto que se considera más importante (79%) en la fase de concepción de un nuevo proyecto, seguida de la conectividad al Internet de las Cosas (IoT) y la seguridad para el usuario.