de viaje como viajeros
Dejado atrás las dunas mágicas de Erg Chebbi, en el desierto del Sahara, siguiendo una ruta sobre arena paralela al rio Ued Ziz, deberán continuar hasta Tinerhir. Estarán comenzando a recorrer la extraordinaria Ruta de las Mil Kasbahs, nombre con que se conoce a uno de los más fascinantes roadtrips que se pueden hacer en Marruecos. Se trata de una gran carretera (la N10) con diferentes ramificaciones que se extiende durante varios centenares de kilómetros al sur de la cordillera del Atlas., y que finalizará en Marrakech, tras recorrer: las gargantas del río Todra, el Riad Ksar Ighanda en el Valle del Dades, pueblo de Ait-Ben-Haddou, la Kasbah de Taourirt, la ciudad de Ouarzazate , y el Ksar Ait Ben Haddou
Probablemente la ruta de las Mil Kasbahs sea uno de los fenómenos más fascinantes y, con total seguridad, una cita ineludible para todos aquellos que quieran conocer en profundidad Marruecos. Siguiendo el itinerario se llegará a multitud de lugares, unos más conocidos y otros menos, que permiten descubrir exóticos paraísos y la forma de vida del pueblo bereber. Vamos a adentrarnos más en profundidad en este viaje.
Comencemos por definir que es una Kasbah: El término “kasbah” puede sonar extraño y, en cierta medida, hasta ambiguo. Atendiendo a su etimología, la palabra “kasbah” en árabe se traduce como “parte central de una ciudad” o, de forma más coloquial, como “fortaleza”.
Sin embargo, esta palabra responde a dos construcciones bien diferentes. Por un lado, tenemos las kasbahs del norte del país, como por ejemplo la Kasbah de los Oudayas en Rabat, la Kasbah de Chaouen o la Kasbah de Tánger. Son construcciones fortificadas que servían de residencia a un gobernador y a la que se sumaban otros espacios administrativos y militares.
Por otro, tenemos las kasbahs del sur, cuya función era albergar familias de poder adquisitivo alto así como establecerse como punto de encuentro de las rutas comerciales.
Son dos conceptos que, aunque en apariencia similares, guardan grandes diferencias cualitativas: mientras que las primeras están ligadas a la cultura musulmana (y de hecho están también presentes en el patrimonio musulmán español con el nombre de alcazabas) las segundas lo son a la cultura bereber.
Si las primeras buscaban perdurar, erigiéndose como punto de inicio de futuras ciudades, las segundas se situaban en puntos estratégicos sin intención inicial de perpetuar o expandirse; tanto es así que su construcción, realizada fundamentalmente de adobe es perecedera, y la falta de mantenimiento periódico provoca un inevitable desplome.
Evidentemente nosotros, hoy situados en el sur de Marruecos, estaremos refiriéndonos a las segundas: las kasbahs del sur
La Ruta de las mil Kasbahs
Quizás el nombre dado a esta ruta pueda parecer una exageración que busca llamar a la atención, pero no es así: a lo largo de este fascinante recorrido, más de un millar de kasbahs son las que pueblan el sur marroquí.
Dejando atrás las dunas mágicas de Erg Chebbi, del desierto del Sahara, quizás a bordo de modernos 4x4, siguiendo una ruta sobre arena paralela al rio Ued Ziz, recorrerán kilómetros de arena, primero atravesando dunas, y más tarde por la carretera que les conducirá hasta Tinerhi, ya en la carretera de las Mil Kasbahs, a 169 km de Ouarzazate. La ciudad nace de un gran oasis de 85.000 habitantes, que se extiende unos 30 km de largo y de varios de ancho.
Cuando atraviesas la carretera que va bordeando los palmerales de Tinerhir por kilómetros y kilómetros, el paisaje cambia radicalmente, y el verde lo inunda todo: Hacia abajo los sembrados encerrados en los palmerales. Sobre ellos, en la ladera de la montaña, pequeñas aldeas, muchas de ellas casi abandonadas por gentes que huyen hacia las ciudades. En el medio, se sitúan los grandes palmerales verdes y densos descubriendo los oasis. Para finalizar, las casas y las kasbahs… Y amurallando todo esto, las montañas rojizas (rojo ocre) que protegen al valle .
Situadas en el lado este de las montañas del Alto Atlas, las gargantas del río Todra son reconocidas mundialmente por ser uno de los cañones rocosos más espectaculares que se conocen. Su agua es cristalina, fresca y limpia, y aunque el río casi se ha secado, nuestra mente puede imaginar las poderosas fuerzas de la naturaleza que una vez tallaron esta región. En algunos lugares las gargantas sólo tienen 33 metros de ancho, pero cuentan con unos acantilados de más de 100 metros de altura a cada lado del río. La Garganta del Todra es el lugar perfecto para bajar del coche y dar un relajado paseo a la orilla del riachuelo, y protegidos por estas tremendas murallas de roca.
El camino hacia Ouarzazate continua recorriendo carreteras que surcan las montañas del Alto Atlas, atravesando increíbles pueblecitos perdidos en la montaña, donde el abastecimiento se sigue haciendo en improvisados y coloridos mercadillos. Estarán entrando en el Valle del Dades, y aquí podrán encontrar un magnifico Riad para pasar la noche: el Riad Ksar Ighanda, que les recibirá al ritmo de sus músicas folclóricas, y con deliciosos dulces de la zona.
A la mañana siguiente deberán continuar el recorrido, dejando atrás el magnético pueblecito de Dades Gorges (la garganta del Dades) en dirección a Ouarzazate. Nos estaríamos metiendo de lleno en el corazón de la conocida como Ruta de las Mil Kasbahs. Con este nombre se conoce la carretera que siguiendo el valle del río Dades y Todra, entre las cordilleras del Gran Atlas y del Atlas Sahariano, comunica las ciudades de Errachidía y Ouarzazate. En esta ruta abundan las kasbahs de adobe, verdaderos castillos o ciudades fortificadas, que en la antigüedad se utilizaban para la defensa de la población contra los ataques de las belicosas tribus saharianas. La mayoría de ellas actualmente están en ruinas, aunque algunas siguen habitadas por familias con escasos recursos económicos. Otras pocas están restauradas como hoteles o restaurantes para el turismo. Tras la pacificación del territorio por los franceses se crean una serie de campamentos militares, y sobre ellas se desarrollarán las actuales ciudades.
En las inmediaciones de Ouarzazate, lo primero que se alcanza es la Kasbah de Taourirt. Esta impactante Kasbah, declarada Patrimonio de la Humanidad, fue la residencia de uno de los gobernadores más poderoso de la región. Actualmente es la sede de la organización encargada de la conservación del patrimonio arquitectónico del sur de Marruecos. Fue construida en el siglo XVIII, pero en el siglo XIX, fue renovada por la familia de Thami El Glaoui (El señor del Atlas). Thami El Glaoui, Pachá de Marrakech, y ultimo señor feudal de Marruecos, fue todo un personaje del pasado más reciente de este país. Gobernó en El Atlas con mano de hierro, e hizo tantos enemigos como fortuna. Sus intrigas familiares y palaciegas hicieron derrocar a dos sultanes que llevaron a la quiebra a Marruecos: el Moulay Abdelaziz y el Moulay Hafid, que dejaron el país en la miseria y en el más absoluto caos, facilitando de esta manera la llegada del protectorado francés. La mayor parte de la estructura fue levantada en el siglo XX. Tras la independencia de Marruecos, la kasbah es abandonada por pertenecer a Thami El Glaoui quien había apoyado el protectorado francés. Pero gracias a su belleza y fácil acceso, la industria del cine rodó en ella varias películas y fue adquirida por el ayuntamiento, que la ha ido restaurando por fases. En realidad, la kasbah está dentro de una ksar (pueblo amurallado de adobe), un poco a las afueras de la funcional ciudad de Ouarazate, a solo 15 kms del centro. El pueblo de Taourirt es mucho más antiguo que la propia kasbah. En ella hay un montón de escaleras que conducen a habitaciones diferentes, y estrechos pasillos laberínticos en los que resulta divertido perderse hasta descubrir dónde te llevan. La primera planta era para los esclavos, la segunda planta para las concubinas, y la tercera y última para el pachá y su esposa preferida. La gran mayoría de las salas están vacías, aunque las salas principales conservan fantásticos artesonados en los techos y paredes decoradas con increíbles maderas policromas.
Saliendo de la Kasbah, nos encontraremos frente a los impresionantes estudios de cine Atlas y sus decorados de cartón piedra, desde torres musulmanas hasta iglesias católicas. Si algo les resulta familiar, es porque aquí se filmó la película “El cielo protector”, y siguieron otras muchas tan famosas como La Momia, Asterix y Obelik, Troya o el Príncipe de Persia. Actualmente cuenta con la protección del rey Mohamed VI, que da todo tipo de facilidades a la industria cinematográfica de los Estados Unidos.
A partir de Ouarzazate el camino hacia Marrakech continuará atravesando la cordillera del Atlas. Desandando un poco lo andado (25 kilómetros desde Ouarzazate en dirección a Marrakech), la Ruta Nacional 9 se encuentra con el cauce escuálido del río Asif Ounila. Y desde aquí arranca una carretera asfaltada, que remonta un valle dónde se encuentran algunas de las mejores kashbahs de la zona. En pocos kilómetros tuvimos a la vista el Ksar Ait Ben Haddou, quizás la kasbah más famosa de esta indescriptible ruta de las mil kasbahs.
Tras sobrepasar un original y colorista mercadillo de artesanías bereberes, montado justo frente al monumento, encontramos este enorme tablón informativo situado justo antes del puente que da acceso al Ksar, y que relata la importancia de este Ksar Ait Ben Haddou, de su situación geoestratégica y de su pertenencia al Patrimonio Cultural de la Humanidad.
No se sabe con exactitud la fecha de construcción de Aït Ben Haddou, aunque se cree que data del siglo XI. Su origen, como el de otros ksars, es el asentamiento de una tribu bereber, que construían estas características ciudades amuralladas en lugares cercanos a cauces y tierras aptas para el cultivo. Con el tiempo se convirtió en uno de los mayores puntos estratégicos desde el que controlar la ruta que unía la antigua Sudán con las ciudades imperiales de Marrakech, Fez y Meknès. Desde aquí se abastecía al gran número de caravanas de comerciantes que recorrían la ruta, llegando a adquirir gran importancia en este período. Su tremendo colorido en baje al rojo, su paisaje estremecedor, y la absoluta veracidad de todo el conjunto, han convertido a este lugar en escenario perfecto para un sin fin de películas que aquí fueron rodadas. En Aït Ben Haddou distinguimos todas los elementos que definen un Ksar. Viviendas de adobe solapadas, resguardadas por altas murallas; una situación estratégica junto a la ladera de una montaña para su protección, y un río y un oasis, imprescindibles para su subsistencia, y por supuesto, una impresionante Kasbah que protegía a la población.
Dejando atrás Ait Ben Haddou, el camino nos sumerge nuevamente en una sinuosa carretera que atravesando la cordillera del alto Atlas, conducirá hasta Marrakech. Será, solo 184 kms, pero donde invertiremos más de 3 horas y media. Por esta antigua carretera que vio pasar miles de caravanas, se atravesará el hermoso valle de Ounila, en el que aún se pueden ver una docena de kasbas de alto valor estético, y hoy convertidas en ruinas. Al frente, marcando permanentemente nuestro horizonte, las altas montañas de Atlas, quizás aun con restos de nieve en sus cumbres.
A mitad de camino atravesarán la pequeña ciudad de Agouim, situada cerca del desfiladero de Tichka, una ciudad muy típica, cuyo mayor atractivo es su proximidad con la cadena montañosa Djebel Siroua, que culmina a 3.300 metros de altitud, y es la principal razón por la que la gente llegue hasta aquí.
A partir de este momento se entra en el alto de Tichka, el paso de carreteras más alto del Norte de África, con 2.260 metros de altura, cuyo nombre en lengua tamazight significa "paso de montaña difícil". Esta carretera construida por los franceses en 1936 constituye el camino conocido como la puerta del desierto.
La cada día mayor importancia que el gobierno marroquí, junto con su monarquía, conceden al turismo como factor intercambiador de culturas, y fuente de llegada de divisas, han logrado que se esté invirtiendo mucho dinero en transformar la vieja carretera de montaña, en esta nueva vía dotada de tres carriles, que atraviesan preciosos paisajes como este.
Finalizando esta mítica carretera, dejando atrás las montañas del Atlas, el paisaje comenzará a transformarse. Ante sus ojos comenzarán a aparecer suaves y verdes campos, moteados de palmeras altas y esbeltas. Estarán llegando a la ciudad de Marrakech, la mágica ciudad a la que deberán dedicar al menos 3 días, y desde donde podrán tomar el vuelo que les devuelva a casa.