Aproin Digital 176 / La retórica de lo auténtico  

La retórica de lo auténtico

Juan B. Pons Herrera

arquitecto_ estudio gandara#pons

La recreación de arquitecturas tradicionales o la imitación de paisajes naturales se da con profusión, así se entiende Binibèquer Vell, el pueblo marinero, menorquín e inventado. La búsqueda de la autenticidad como una característica positiva, ha calado en la arquitectura y el urbanismo porque aporta valor añadido a la obra.

No deja de ser sorprendente que un aparente idílico pueblo marinero mediterráneo se quede solo en eso, apariencia. En 1963 cuatro empresarios: Rafael Sintes, S´Estaló, Arcadio Orfila y Vicente Amer, acometieron la construcción de una urbanización a pocos kilómetros de Maó, en la costa sur de Sant Lluís, tras encargar el proyecto al arquitecto y artista Pedro Luis Mercadal. Tres años después Antoni Sintes Mercadal, aparejador que trabajaba en el estudio del arquitecto catalán Francisco Juan Barba Corsini, les ofreció construir dentro de esa urbanización, en la cala Bini Bini, un “pueblo de pescadores”; al ver una maqueta del proyecto los promotores aceptaron y en 1972 se había hecho realidad Binibeca Vell o Binibèquer Vell.

Cual parque temático, el pintoresco complejo rivaliza con  la arquitectura tradicional en autenticidad; no son pocos los turistas que confunden su origen y sobre todo su antigüedad. Sus paredes y cubiertas blancas, intrincadas callejuelas, planos inclinados… pretenden trasladarte a una especie de poblado marinero mixtura de kasbah y pueblo blanco.

El proyecto tiene una gran aceptación entre el gran público, solo hay que leer los artículos que sobre él versan en distintas páginas web de viajes: “En la costa sur de Menorca se encuentra uno de los rincones con más encanto de la isla, el pueblo de pescadores de Binibeca Vell. Este pequeño poblado de casitas blancas encaladas y de estrechos callejones empedrados que conforman un auténtico laberinto recrea un típico pueblo de pescadores del Mediterráneo.”

Lo paradójico de esta promoción es que no se puede considerar un no-lugar, muy al contrario, se ha enraizado en el territorio y en la cultura de la isla hasta convertirse en una referencia, sus residentes están orgullosos y piden respeto a los numerosos curiosos.

Más recientemente, existen experimentos que pueden tener tintes similares, como es la promoción de viviendas Ocaña de España. En su descripción de los autores enumeran una serie de puntos que justifican la adopción de un lenguaje clásico, por así decirlo. El proyecto crea una suerte de estampa tradicional en la que se llega a introducir un falso basamento de roca sobre el que surgen las viviendas, como si sobre un cerro se encontrasen… curioso, cuanto menos. Este ejemplo es significativo, entre otras cosas, por los arquitectos que lo realizan, Manuel Ocaña y Luis Morales, ambos con una trayectoria de obras de marcado carácter contemporáneo.

Estos casos presentados, incluso por esperpénticos, nos llevan a una reflexión sobre la retórica de lo auténtico, lo natural versus lo artificial, algo que rodea nuestra sociedad. Continuamente se busca la pureza, lo genuino, lo real. Como describe el profesor Joan Frigolé en su artículo Retóricas de la autenticidad en el capitalismo avanzado, la “autenticidad define una cualidad por relación o asociación con un origen. La referencia común a origen crea una sinonimia entre patrimonio y autenticidad. En teoría, las realidades con atributos de autenticidad son patrimonializables, pero en la práctica ello depende de políticas económicas específicas. Sin autenticidad no puede existir el patrimonio, pero no toda la autenticidad es convertida en patrimonio”. Es inmediata la relación entre el engaño que supone una recreación, el falso auténtico, con la intención de sacar beneficio.  La creación de imágenes ficticias con el objetivo de que se conviertan en “patrimonio” es una tendencia en alza.

En este universo de recreaciones, la del Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 merece una mención especial. Este icono de la arquitectura moderna fue diseñado por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich como pabellón de Alemania para la Exposición que se celebró en Montjuïc, y como tal se concibió, como una arquitectura efímera que el gobierno alemán desmontó en 1930. Cincuenta años después, en 1980, Oriol Bohigas desde la Delegación de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, impulsó la idea de devolver el edificio a la ciudad. Los encargados de realizar el trabajo de investigación, el diseño y la dirección de la reconstrucción del Pabellón fueron los arquitectos Ignasi de Solà-Morales, Cristian Cirici y Fernando Ramos. Los trabajos se iniciaron en 1983 y en 1986 la Ciudad Condal volvía a mostrar al público un nuevo y flamante Pabellón de Alemania, situado en su emplazamiento original pero esta vez sin Exposición Internacional alguna.

La ejecución de una obra idéntica a otra ya desaparecida recuerda al relato de Jorge Luis Borges «Pierre Menard, autor del Quijote», incluido en el que quizás sea su libro más reconocido: Ficciones. En este maravilloso relato, Borges narra cómo el insigne escritor francés Pierre Menard escribió en el siglo XX los capítulos noveno y trigésimo octavo, así como un fragmento del capítulo vigésimo segundo de la primera parte del Quijote, iguales a los escritos originalmente por Cervantes en cada palabra y cada coma, sin embargo … no son una copia, las circunstancias lo cambian todo.

En este abanico de arquitecturas parque temático, interpretaciones y recreaciones, la referencia obvia es la ciudad de Las Vegas, donde la reproducción de obras es más que una anécdota, es una tradición. Pero esta urbe tan singular introduce un factor muy interesante en la ecuación, es lo que el señor Menard consiguió, que las características del lugar, los objetivos de las intervenciones y el simbolismo comunicativo pongan en valor las propias obras. Lo representativo o lo extremista de las acciones que acoge esta ciudad fue lo que hizo a los arquitectos y profesores Denise Scott Brown, Robert Venturi y Steven Izenour emprender un viaje con su alumnado para estudiarla, de este surgió un libro que revolucionó la arquitectura: Aprendiendo de Las Vegas. El primer párrafo del libro, de alguna manera, arroja una nueva mirada sobre este tipo de proyectos:

“Aprender del paisaje existente es la manera de ser un arquitecto revolucionario. Y no de un modo obvio, como ese arrasar París para empezar de nuevo que proponía Le Corbusier en los años veinte, sino de un modo distinto, más tolerante: poniendo en cuestión nuestra manera de mirar a las cosas. La vía comercial, y en particular el Strip de Las Vegas que es su ejemplo por excelencia, desafía al arquitecto a asumir un punto de vista positivo, no a mirarlo por encima del hombro. Los arquitectos han perdido el hábito de mirar a su entorno imparcialmente, sin pretender juicios de valor, convencidos como están de que la arquitectura moderna ortodoxa es progresiva, cuando no revolucionaria, utópica y purista; y se sienten insatisfechos con las condiciones existentes. La arquitectura moderna lo ha sido todo menos tolerante: sus arquitectos prefirieron cambiar el entorno existente a mejorar lo que estaba allí.” 

Venturi, Robert., Steven Izenour, y Denise Scott Brown. (1972) Aprendiendo De Las Vegas: El Simbolismo Olvidado De La Forma Arquitectónica.

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