ingeniería

Diego Patiño | Santiago Carro

estudio de ingeniería y arquitectura cotpa_

Transformación del CO2

Queda fuera de toda duda que es el dióxido de carbono (CO2) el temido gas de efecto invernadero responsable –y entre otras cosas- del calentamiento global del planeta. Prácticamente la totalidad de las industrias se afanan en conseguir reducir su huella de carbono. Ahora se da una vuelta de tuerca y nos preguntamos: ¿por qué no reciclar ese CO2?

Efectivamente. Reutilizarlo, reciclarlo. La idea sobre la que se está trabajando reside en capturar dicho gas –retirarlo de la atmósfera- y reintroducirlo en diversas cadenas productivas como materia prima. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en la actualidad ya se está trabajando con diversas tecnologías que han conseguido “atrapar” más de 40 millones de toneladas de este gas. El “problema” es que dicha institución señala que lo óptimo sería alcanzar la lejana cota de 8 gigatoneladas para cumplir de este modo con el compromiso de neutralidad climática para el año 2050 (en 28 años). Para que nos hagamos una idea, 1 millón equivale a 0,001 giga.

La pregunta del millón es ¿cómo?

A través de una tecnología denominada Sistemas de Captura y Uso del Carbono a través de la Captura Directa del Aire, que “atrapa” CO2 directamente del aire al margen de dónde se haya generado dicho gas. Así, no sólo se consigue retirar CO2 de la atmósfera sino también darle un nuevo uso. Y aquí las opciones son realmente diversas, empleando procesos varios, obviamente. Desde bicarbonatos sódicos hasta ecoáridos, las opciones que se ponen sobre la mesa son múltiples. Por ejemplo, en el caso de éstos, se está consiguiendo convertir CO2 en áridos que podrían sustituir perfectamente a los obtenidos en una cantera para elaborar hormigones, morteros o firmes de carretera. Así, se prevé que en 2024 se conviertan 22.000 toneladas de residuos y 2.200 toneladas de CO2 en más de 50.000 toneladas de estos nuevos áridos.

Y aún hay más. Los combustibles sintéticos, conocidos como “efuels” se podrán diseñar a partir de hidrógeno renovable y CO2 capturado de la atmósfera. Estos combustibles serían idóneos para aquellos medios de transporte que -por necesidades lógicas- no pueden acceder a alternativas de movilidad basadas en la electrificación. Hablamos del transporte de grandes buques, transporte pesado por carretera, etc. Por cierto, es en la planta de Repsol en Bilbao –la mayor del mundo en este campo- donde se está consiguiendo fabricar este combustible a partir de dióxido de carbono.

Hasta el momento las posibilidades de dar una nueva vida a tan nefasto gas cada vez crecen más: desde elaboración de metanol, disolventes o polímeros e incluso hasta la industria del “descanso” podría salir beneficiada de tanto CO2 en la fabricación de asientos o espuma de colchones.