Aproin Digital 145 / Parque Arqueológico Campo Lameiro  

Parque arqueológido y Centro de interpretación y documentación del arte rupestre. Campo Lameiro

Arquitectos

Alberto Redondo Porto

José Martín Valladares Durán

Marcial Rodríguez Rodríguez

Redondo, Valladares y Rodríguez, S.L.P.

Fallo del jurado

Por tratarse dunha obra que ten demostrado a súa exquisita pervivencia no tempo, cun uso destacado da pedra como material da fachada, pero resolto cunha singular solución que lle outorga ó edificio unha tectónica afastada dos convencionalismos pero á vez moi vencellada á tradición e entorno na que se encadra.

Memoria

En el valle medio del río Lérez, en los ayuntamientos de Campo Lameiro y Cotobade se encuentra una de las concentraciones de arte rupestre al aire libre más importante de Europa.

Estos gravados, datados entre el Neolítico Final y la Edad del Bronce, constituyen una de las manifestaciones más características del patrimonio arqueológico gallego.

La construcción del Parque arqueológico del arte rupestre supone la recuperación ambiental de un área en la que se encuentran algunos de los grupos de grabados rupestres más importantes de la zona, y la creación del Centro de interpretación y documentación del arte rupestre, que alberga espacios expositivos destinados a la difusión del conocimiento relativo a los grabados rupestres, y espacios destinados a la conservación y a la investigación sobre el arte rupestre en Galicia.

El Centro de Interpretación

El edificio del centro de interpretación, se plantea como una antesala del parque en el sentido de preparar al visitante para el recorrido por el yacimiento, no sólo mediante los contenidos del programa museístico, sino también mediante la creación de un espacio arquitectónico que interactúe con el visitante convirtiendo la visita en un acontecimiento en el que los aspectos culturales se fusionen con los vivenciales.

El edificio está situado en la zona más baja de la cresta sobre la que se extiende el parque arqueológico, en el lugar ocupado por el antiguo campo de fútbol de las parroquias cercanas. La eliminación de la explanación existente permitió recuperar en parte la topografía original en el entorno del edificio, y realizar diversas modificaciones como la formación de un terraplenado en la zona sur para ocultar el aparcamiento y la creación de diversos patios en la zona norte que albergan aulas al aire libre, zonas de carga y descarga y espacios de instalaciones.

El enterramiento parcial del edificio permitió disminuir su volumen exterior a la vez que potenciaba la idea de roca que aflora del terreno con la que su aspecto se identifica. Este enterramiento es asimismo fruto de la idea de que los espacios de las salas de exposiciones sean como grandes oquedades, en el interior de las cuales el visitante carece de referentes visuales del exterior, de modo que su relación con el paisaje circundante, durante el tiempo que dura la visita a la exposición, sea solo a través de los sonidos que llegan del exterior y de la tenue luz que penetra en ellos a través de los lucernarios que atraviesan el volumen hasta su cubierta.

La forma del edificio pretende huir de cualquier referencia a la arquitectura urbana, pero tampoco intenta buscar referentes en la arquitectura tradicional. El edificio se presenta como un volumen potente y unitario que aflora entre los pliegues del terreno. Su superficie está totalmente cubierta de escamas de granito que le confieren un aspecto texturado que provoca sombras que cambian constantemente con las condiciones atmosféricas y el movimiento del Sol. Este juego de sombras busca acercarlo al mundo natural, hacerlo participe de los cambios que se producen constantemente sobre las superficies de las rocas y de los árboles del parque.

El acceso al edificio se produce a través de un gran hueco que lo atraviesa en dirección sur-norte. Este hueco, que protege de la lluvia frecuente durante gran parte del año, sirve de zaguán de entrada, tanto del centro como del parque. Desde él se accede al vestíbulo y a las salas de exposición, al este, y a la tienda-cafetería, al oeste, y desde él se inicia el camino que vertebra los recorridos a través del Parque Arqueológico.

El vestíbulo y las salas de exposición se caracterizan por la luz penumbrosa y la tersura de la superficie de hormigón de sus muros. Desde que se entra en el vestíbulo se percibe la leve inclinación del pavimento que se continúa en el sistema de rampas que conducen a las salas de exposiciones, todas bajo el nivel del terreno. Las salas reciben una tenue luz procedente de los estrechos huecos que atraviesan completamente la planta superior. Estos huecos, presentes en todos los espacios, se van haciendo más estrechos a medida que avanzamos hacia el interior del edificio. A través de ellos penetra una luz amortiguada por el color gris oscuro de sus paredes, que produce suaves variaciones en la iluminación del suelo y de las paredes de las salas. Los huecos de los lucernarios también permiten vistas fugaces de los espacios situados en la planta superior, las zonas de administración y documentación, haciendo parcialmente perceptible la otra actividad desarrollada en el edifico, normalmente oculta al visitante.

Las salas son como grandes cuevas en las que las únicas referencias del exterior son los estrechos trozos de cielo visibles al final de los huecos abiertos en sus techos y los sonidos que a través de ellos nos llegan de los montes cercanos.

El espacio de la cafetería y la tienda se articula en dos niveles conectados por una rampa, Su construcción es similar a la de las salas, paredes y suelo de hormigón y techos de paneles acústicos de virutas de madera, un gran ventanal abre el espacio a las vistas hacia el otro lado del valle, hacia el núcleo de A Lagoa y el Castro de Penlaba, situado encima de él, uno de los puntos más emblemáticos del Concello de Campo Lameiro.

En la planta superior se sitúan los espacios de administración y documentación: despachos, salas de reunión, una biblioteca, un laboratorio y un archivo. La atmósfera de los espacios de trabajo de la planta superior es luminosa: amplias salas de paredes blancas con pavimentos de tarima de roble, iluminados mediante grandes ventanales que se abren a las vistas del parque.

En la parte norte del edificio, la que está orientada hacia el Parque, dos cuerpos se adosan al volumen principal y un tercero se sitúa exento, definiendo entre ellos diversos espacios de uso más restringido: accesos y aparcamientos de personal, espacios de instalaciones, etc. El primer cuerpo, situado al lado del espacio de recepción exterior, está totalmente enterrado en el terreno, en su interior está la sala denominada “corazón de red”, su cubierta, pavimentada con losas de granito da acceso a las áreas de administración y documentación.

El segundo cuerpo, de dos plantas contiene bajo el terreno la sala de exposiciones temporales y el almacén de exposiciones, y en la superior una sala multiusos y dos aulas-taller, que se abren a un patio encajado entre el edificio y el terreno. El tercer cuerpo que es un pequeño edificio independiente, contiene en planta baja los vestuarios de personal y las salas de instalaciones, y en la planta superior el garaje para la maquinaria de mantenimiento del Parque.

La construcción del edificio

La estructura del cuerpo principal del edificio está formada por dos muros paralelos de hormigón armado de 105 m. de longitud separados 15 metros entre si. Sobre estos muros se apoyan vigas formadas por dobles perfiles IPN de acero laminado sobre los que descansa un forjado de losa colaborante para formar el piso de la planta primera, dedicada a las zonas de investigación y administración. El forjado de cubierta, también formado por una losa colaborante, se apoya sobre cerchas de perfiles tubulares que salvan la luz entre los muros laterales. La estructura de los cuerpos que se adosan a la fachada norte del cuerpo principal, que albergan la sala de corazón de red, el primero, y la sala de exposiciones temporales, en planta baja, y las aulas taller y la sala multiusos, en planta primera, el segundo, está formada también por muros de hormigón armado sobre los que descansan losas alveolares pretensadas para la formación del forjado de planta primera y de cubierta. La estructura del edificio de instalaciones situado al norte del edificio principal es también de muros de hormigón armado y forjados unidireccionales del mismo material.

Las fachadas están recubiertas de losas de granito Grissal de 80 x 50 x 4 cm. la disposición de las losas es solapada tanto en el sentido horizontal como en el vertical, de manera que cada losa arroja sombras sobre las losas inmediatas confiriendo un carácter cambiante a las fachadas. Aunque la disposición de las losas responde a la búsqueda de una superficie texturada, y esta funciona en realidad como una fachada trasventilada.

El zócalo y las paredes interiores del hueco que forma el zaguán de entrada están recubiertos con piezas de granito de mayor tamaño y de 6 cm. de espesor. Al contrario que las del resto de la fachada estas piezas se colocan paralelas a los muros de hormigón y se sujetan mediante anclajes puntuales de acero inoxidable con una capacidad portante superior.

El falso techo del hueco que atraviesa el edificio está formado por piezas de granito que se sujetan mediante varillas de acero inoxidable.

La cubierta está recubierta con losas de granito que, con una disposición escalonada se adaptan a los planos inclinados que definen su forma. Las losas se apoyan sobre perfiles tubulares de acero galvanizado que a su vez se sujetan sobre plots.

Las ventanas del edificio están formadas por planos lisos de vidrio sin carpintería. La planeidad de los vidrios contrasta con la superficie texturada de las fachadas. Los vidrios se fijan mediante silicona estructural a unos marcos de acero inoxidable que se atornillan sobre cajones construidos con pletinas de acero galvanizado.

Algunos huecos tienen además aireadores construidos en madera maciza de cedro rojo, que se retranquean respecto al plano de los vidrios. Las puertas del edificio están también construidas en madera maciza de cedro.

Se ha realizado un importante esfuerzo para integrar las instalaciones en la concepción del edificio, aceptando sus condicionantes como elementos enriquecedores de la propuesta arquitectónica.

Las instalaciones generales se concentran en el edificio de servicio situado al norte del edificio principal, en él se encuentran la sala de calderas, el grupo eletrógeno, el centro de transformación, la sala de bombas, los cuadros eléctricos principales, el SAI y, en su exterior, la enfriadora. Las salas de climatizadores se sitúan en los dos extremos de la planta superior. Los climatizadores toman aire exterior por la fachada norte y expulsan el aire viciado por la fachada sur, estas tomas y salidas de aire se manifiestan mediante una mayor inclinación de las lamas de piedra en estas zonas, lo que les confiere el aspecto de unas branquias abiertas en la superficie de la fachada.

El Parque arqueológico

El Parque arqueológico, con 21,8 Ha de superficie, ocupa una posición central en el Ayuntamiento de Campo Lameiro, situado en un espolón montañoso con orientación norte sur, está rodeado por valles profundos al norte y al oeste y por un valle más ancho, ocupado por tierras de cultivo que se extiende entre los núcleos de Paredes y Praderrei, al este y al sur. El territorio del parque se caracteriza por los afloramientos rocosos que, situados en las zonas más altas, circundan las brañas, ricas en pastos, que ocupan la zona central.

La construcción del parque arqueológico apunta a diversos objetivos: la creación de las condiciones necesarias para la protección de los grabados rupestres, la posibilidad de hacer visitables por el público los grupos de grabados, con las adecuadas condiciones de seguridad tanto para los visitantes como para los petroglifos, la integración de los grupos de gravados en un conjunto de recorridos coherente, la recuperación ambiental y paisajística del entorno de los grupos que hiciera posible la comprensión de su profunda relación con el paisaje circundante.

El primer paso en la recuperación del espacio del parque consistió en la tala de la totalidad de los eucaliptos existentes y la realización de clareos en las masas de pinos. A continuación, se inició un proceso de desbroces anuales con objeto de eliminar el tojo y la retama, sensibles al desbroce reiterado, y favorecer el crecimiento de las especies herbáceas existentes en el terreno, a fin de conseguir un empradizado natural en toda la superficie del parque.

La realización de estos trabajos supuso un cambio radical en la percepción del parque, los afloramientos rocosos, antes perdidos entre la espesa vegetación, se hicieron claramente visibles, los grupos de robles, ocultos entre los pinos y eucaliptos, de crecimiento más rápido, cobraron una importante presencia, también se hicieron visibles los muros tradicionales de mampostería que cierran los pastizales. La construcción de una red de caminos y senderos hizo posible la integración de los grupos de petroglifos en un conjunto de recorridos coherente, que permiten al visitante ir descubriendo cada grupo de gravados a medida que recorre el parque, y a la vez establecer una red de relaciones visuales entre las diferentes zonas del parque, y entre este y el paisaje que lo rodea.

Para la definición del trazado de los caminos se tuvo en cuenta la posición de los grupos de grabados rupestres y la mejor manera de aproximarse a cada uno, la topografía del parque, la posición de las masas arbóreas, el trazado de los caminos existentes, etc.

Como complemento a la red de caminos se crearon una serie de áreas de descanso distribuidas por todo el parque. En su posición se tuvo en cuenta la organización de los recorridos peatonales para buscar su distribución homogénea atendiendo a criterios como la topografía, la existencia de sombra, la presencia de árboles singulares, la existencia y variedad de las vistas hacia el paisaje y la no interferencia con las áreas arqueológicas.

Para la construcción de los elementos que forman las áreas de descanso, se utilizaron piezas de granito silvestre de gran tamaño: bancos prismáticos de granito abujardado y fuentes como pilas horadadas en piezas del mismo material. Estas piezas se trataron como elementos dispuestos sobre el paisaje, que se asientan sobre el terreno sin modificarlo, estableciendo una relación clara con lo existente: topografía, vegetación, arbolado, etc.

La observación de los grabados rupestres no siempre es sencilla, en ocasiones los gravados se encuentran degradados por la erosión o por el efecto de los incendios forestales. Para facilitar la identificación de las rocas con gravados y favorecer su observación se construyeron plataformas que sitúan al visitante en el punto óptimo para la visión de cada grupo de gravados.

La construcción de las plataformas parte de la contraposición de un sistema constructivo común con la configuración de las formaciones rocosas, la topografía del terreno y la posición de los grabados rupestres. Las plataformas están formadas por tablones de madera de pino rojo tratados en autoclave y fijados sobre una estructura con tornillos de acero inoxidable. El diseño de cada una de las plataformas parte de unas premisas comunes: la adaptación a la forma de la roca, la adaptación a la topografía del terreno y que todos los cortes a realizar en los tablones se realicen con ángulos de 90º.