Luis Espada Recarey
Presidente del jurado de los Premios Aproin
“Lo importante no es lo que brilla, sino aquello que lo hace brillar”
Excma. Sra. Presidenta del Congreso de Diputados, Excmo. Sr. Presidente de la Xunta, dignísimas autoridades, Presidente de APROIN, miembros del Jurado del Premio APROIN, galardonados con el Premio APROIN, señoras y señores.
He comenzado con una frase de Goethe, publicada en la revista Las Horas (fundada por Schiller en 1794, a los 45 años de edad), que ya habíamos utilizado en otra ocasión, pero que, en el momento actual y en relación con los premiados, toma carta de naturaleza, pues los galardonados, con algunas diferencias entre ellos, encajan en ese mínimo común divisor que les ha hecho merecedor de los Premios APROIN 2018.
Este pensamiento de Goethe ya estaba impreso en la naturaleza desde que el mundo es mundo. La armonía y belleza de los icebergs se sustenta en 7/8 partes de su peso que no se observa, situado debajo de la línea de flotación, emergiendo sólo una octava parte de su masa total. En este caso, lo que “brilla”; esto es, el iceberg que se ve, está sostenido por aquello que lo hace brillar; esto es, la masa sumergida.
Esta es una característica común que han tenido los premiados que, a modo de iceberg, sustentaron sus obras arquitectónicas, observando que en todos ellos los factores condicionantes de su éxito estribaron en una combinación equilibrada entre inspiración, esfuerzo, voluntad y pasión puestos por cada uno de ellos en el logro de sus objetivos; pues las dificultades están hechas para estimular y no para restar ánimos, ya que tuvieron que comprometerse en cada momento con los desafíos que se les presentaban, admitiendo que en la realización de cualquier obra arquitectónica uno tiene que echarse a la carretera y no quedarse en la orilla; esto es, proponerse metas en continúo avance y ello lo lograron trabajando con objetividad, que es la capacidad de analizar una situación desde diferentes ángulos.
Y triunfaron, haciendo realidad el aforismo de que las personas que triunfan en la vida son aquellas que corren el riesgo de mantener sus propias convicciones, y la inflexibilidad de sus deberes.
Con estas características se han otorgado los premios APROIN 2018, uno a la mejor actuación inmobiliaria No Residencial que recayó en una obra ubicada en el Polígono Industrial Porto do Molle, Rua das Pontes 25, Nigrán perteneciente a Ecoforest Geotermia, que apuesta por soluciones verdes las cuales permiten disminuir el consumo eléctrico de los hogares. Una empresa comprometida con el medio ambiente y las energías renovables con naves de producción organizadas para las exigencias de las industria 4.0 con el compromiso de todos los actores que han participado en la obra.
Otro a la mejor actuación inmobiliaria Residencial situado en la calle Manuel Nuñez 19, Vigo de Construcciones Bamarti. Las obras ejecutadas en el inmueble se han basado y justificado en la mejora de accesibilidad y habitabilidad del mismo. Se han conservado fachadas y cubierta así como el número de viviendas y los usos preexistentes.
Y un tercero a la mejor actuación inmobiliaria en Rehabilitación de una obra ubicada en la calle Concepción Arenal nº 1 de Vigo del grupo Interatlantic Fish, que representa una muestra más del Vigo que pudo ser y no fue. Su objectivo fue mejorar la accesibilidad y alcanzar el grado del confort requerido para su nuevo uso como centro de trabajo, dentro de los parámetros de sostenibilidad y eficiencia energética imperante.
El jurado que ha fallado estos premios APROIN ha estado compuesto por profesionales, especialistas en distintos elementos arquitectónicos que se han valorado. He constatado, en todo momento, que sus actuaciones estuvieron siempre dirigidas hacia el análisis y dictamen imparcial de las obras que tuvieron que juzgar. Fue muy fácil actuar de Presidente como coordinador en los debates que se establecieron.
Si me permiten un símil futbolístico, cuando en un partido, el árbitro pasa desapercibido (lo cual no es corriente) es que no ha habido jugadas conflictivas y fue correcto el comportamiento de los contendientes. En este caso, el buen hacer de los componentes del jurado permitió que el árbitro pueda ejercer su misión con absoluta facilidad ante la ética y profesionalidad de cada uno de sus miembros.
El jurado valoró en cada uno de los premiados la innovación tecnológica de las obras presentadas, entendiendo este concepto como la introducción de nuevos productos y servicios, nuevos procesos, nuevas fuentes de abastecimiento y cambios en la organización industrial, de manera continua, y orientadas al cliente, consumidor o usuario. Dos características están implícitas en la innovación: No está restringida a desarrollos tecnológicos y es el elemento clave que explica la competitividad. La empresa consigue ventajas competitivas mediante innovaciones.
Azorín decía que escribir es fácil. Todo consiste en poner una idea después de otra idea y no una idea sobre otra. El mundo de la innovación empresarial debe seguir esa misma línea, un planteamiento después de otro y no uno sobre otro, tal como hicieron los galardonados, pues no será relevante que se pueda llegar a cualquier lugar sino que merezca la pena llegar a él; pues lo urgente no debe dejar tiempo para lo importante.
El “yo y mis circunstancias” de Ortega condicionaron, a modo personal, que pudiera estar en Londres el pasado mes entre las idas y venidas del Brexit. Gran Bretaña no es la del siglo XIX o XX. No es la de “Britania rules the waves”. Ahora Bruselas y fundamentalmente las directrices germánicas con la Unión Europea detrás ponen condiciones y todos podemos perder, proceso que todavía no ha acabado según las referencias de ayer mismo. Por ello y en este contexto, y como epílogo, volvemos a Goethe que en su obra El Diván (publicado en 1819 a los 70 años de edad) nos dejó escrito “la mitad de mi tiempo y fortuna se me han ido de las manos para saber lo que ahora sé”. La traducción correcta del vocablo fortuna se refiere a éxitos y fracasos en la vida; pues el paso del tiempo va sedimentando la interpretación de los acontecimientos en la búsqueda de un equilibrio cada vez más objectivable.
Así pues, éxitos, fracasos y tiempo constituyen los parámetros que tuvieron que moldear los galardonados para adquirir experiencia profesional, recordándonos que la experiencia no es el número de cosas o sucesos que se han visto, sino aquellas que se han reflexionado. No existe, por tanto, experiencia sin reflexión: Ellos lo saben como auténticos profesionales que son al admitir que el verdadero progreso consiste en renovarse.
En nombre del Jurado hacemos votos para que este sencillo acto sea una contribución de nuestra sociedad a todos los galardonados por sus trabajos.
Y teminamos con un P:D:, pues hace 25 años que comenzaron a otorgarse los Premios APROIN. 25 años con sus alegrías y sin sabores. Con distintos ciclos y vivencias; pero, a pesar de las dificultades inherentes a los tiempos sociales-económicos que últimamente nos han tocado vivir, sus miembros mantuvieron el timón sorteando dificultades y, por eso estamos aquí, gracias a sus promotores y a los galardonados. 25 años. Hemos envejecido todos, pero el envejecer es la obra maestra de la vida que consiste en comprobar que hay una buena relación entre lo que se desea y lo que se ha conseguido.
Por todo ello, sorteando los altibajos de la vida, quisiéramos que el eslogan de esa efemérides, de estos primeros 25 años, que representan los avatares de APROIN, quedaran impresos en un verso de Neruda que refleja la constancia de esta Asociación frente a las adversidades que tuvo que superar: “Podréis cortar una y mil veces todas las flores, pero nunca podréis detener el nacimiento de la Primavera”.
Que así sea.