Tres ideas sobre construcción industrializada
Gabriel Rodríguez Calvo
arquitecto_ deloitte real estate
Antecedentes
Hablar de prefabricación en vivienda trae a la mente una imagen entre el bungalow de camping y la idílica cabaña de madera en la montaña. Sin ninguna duda son viviendas prefabricadas. Además, ambas afines a la idea de “compra por catálogo”: lo que veo es lo que recibo, sin sustos. Y, por si fuera poco, en un plazo concreto y conocido; sin llegar a ser inmediato, pero mucho más rápido que una vivienda “de ladrillo”.
Durante años la arquitectura prefabricada ha sido una solución residual, navegando entre el bungalow y el desempeño de algunos estudios de arquitectura empeñados en tirar del carro de la innovación. En cualquiera de estas dos vertientes, la construcción industrializada se ha mantenido fuera del punto de mira del consumidor de vivienda mayoritario.
En el actual momento en que el margen promotor se está comprimiendo por el crecimiento de costes de suelo (además cada vez más escaso) y de construcción (además cada vez más lenta), los grandes productores de vivienda se ven obligados a buscar nuevas formas en el camino de la promoción. Es en esta situación en la que los promotores de primera línea han llevado la industrializacióna la vanguardia de la producción de viviendas en serie, poniéndola por primera vez entre las opciones a contemplar por el gran público.
A favor de la construcción industrializada
Ante la duda de por qué avanzar hacia una industrialización de la arquitectura suelen resaltarse tres grandes bloques, todos ellos en pro de la mejora y simplificación de la promoción inmobiliaria.
- Optimización de procesos (y costes)
La industrialización de los elementos constructivos supone un beneficio directo en tiempo de obra, tanto por la optimización de procesos de montaje, la facilidad de puesta en obra y la minimización de imprevistos. Esto redunda de manera casi directa en un menor coste (por reducción de horas de mano de obra, tanto previstas como imprevistas). Además, las posibles incertidumbres pueden resolverse de manera previa a la llegada de las piezas a obra, en un entorno más cómo y controlado como suele ser un taller. - Sostenibilidad
La construcción industrializada es, por algunos motivos, más eficiente que la construcción convencional. De estas razones, las más claras y directas son dos: por un lado, la reducción del consumo de agua de obra, pordar prioridad a la construcción seca; en segundo lugar, por la reducción de desperdicios de materiales, al minimizar imprevistos o ajustes de piezas in situ, maximizando rendimientos. Esta etiqueta sostenible, cada vez más significativa en el mercado inmobiliario, contribuye al desarrollo de la RSC de las compañías a la vez que supone un punto de diferenciación ante la competencia. - Vida útil
La vivienda industrializada se plantea, a priori, más durable que la obra convencional de hormigón y ladrillo. Esta confianza se soporta en varios pilares, encabezados por la producción en un entorno controlado, fuera de obra, en un taller en mejores condiciones y con procesos más precisos; en este proceso controlado se suma la ventaja de materiales más avanzados, como pueden ser el tablero CLT o el yeso laminado en lugar del ladrillo o el hormigón; esta selección de materiales lleva aparejada la drástica reducción del agua de obra, culpable de apariciones de humedades en el primer año de vida de las viviendas convencionales; junto a todo esto cabe pensar en los mejores remates y uniones, la previsión del paso de instalaciones evitando hacer rozas… Todos estos factores generan una imagen de vivienda de calidad, durable y de bajo mantenimiento que empuja, sin duda alguna, la imagen de marca de su promotor.
Un paso adelante
Esta nueva forma de hacer debe ser recibida a través de tres vías distintas, la primera de ellas el conocimiento. La divulgación de los sistemas disponibles y sus capacidades a lo largo de toda la cadena de producción de la promoción inmobiliaria es el primer paso: es el momento de que promotores, técnicos y constructores alineen su conocimiento para incorporar los nuevos procesos a la obra. En segundo lugar, debemos entender el tiempo de preparación que requieren la industrialización: al desplazar gran parte del proceso fuera de la obra, ampliando el tiempo de redacción de proyectos y producción en planta, se retrasa la aparición de trabajos in situ. Este cambio en el proceso puede generar intranquilidad en los agentes implicados –promotor y comprador– que seguro se ve compensada con el rápido avance una vez comenzada la puesta en obra.
Por último, todo lo referido debe enmarcarse en una apertura de miras sobre el proceso de promoción y el producto final, dando paso a nuevos agentes (productores auxiliares), nuevas formas de hacer (mayor definición en fase de proyecto) y nuevos materiales de construcción, a fin de mejorar las prestaciones del producto final. Cabe destacar que todos estos cambios suceden entre bambalinas, haciendo que el cliente final únicamente perciba los beneficios de la nueva forma de hacer, a corto plazo la rápida entrega y en el largo recorrido las mayores prestaciones de su vivienda.