Aproin Digital 183 / Humanización plaza de la Fonte do Mouro  

Humanización de la plaza de la Fonte do Mouro y rúa Picota

Redondela

Se premia la urbanización y recuperación de un espacio público modelando la topografía y gestionando las aguas pluviales, también el diseño, el cuidado en los encuentros con lo edificado, el uso de la ecología y la sostenibilidad como criterios rectores de la propuesta. El resultado “Un jardín público, un espacio de espacios que crea pequeñas plazas accesibles resolviendo la topografía”.

Arquitecto

María Fandiño Iglesias

A Picota es un barrio en el extrarradio de la villa de Redondela.


Su compleja condición topográfica es resultado de la existencia de un antiguo barranco donde convergían las escorrentías de las aguas para llegar al mar que bañaba las orillas de la capilla de Santa Mariña. Esta estructura provoca que, en menos de 150 metros, nos encontremos ante unos de los puntos mas altos del Casco Vello y ante el más bajo a 5 m.s.n.m.


El rápido crecimiento del tejido urbano en los años 70 provocó la implantación de nuevos bloques con bajas condiciones de salubridad y espacios públicos inexistentes. La rúa Picota pasa a ser completamente rodada y las viviendas abren sus puertas a un vial. Las aceras no tienen continuidad haciendo el barrio todavía más inaccesible. El asfalto cubre el 84 % de la superficie, los vehículos demandan espacios y, la Fonte do Mouro, origen de la plaza e históricamente reconocida por la calidad de sus aguas, se vuelve invisible.

En este contexto, el proyecto trata de recuperar el espacio público y su identidad modelando la topografía y gestionando las aguas pluviales.
La fuerte pendiente obliga a colocar un caz central y varios sumideros cada 10 m en la rúa Picota.

El punto más bajo se encuentra en la rotonda, punto clave del proyecto ya que, cuando la marea sube en época de lluvias, las conducciones de fecales y pluviales rebosan provocando escenarios insalubres. La saturación de la depuradora lleva a abrir sus compuertas y verter aguas a la ría sin tratar. 


Para evitarlo, el proyecto trata de reducir el agua de escorrentía que llega a la rotonda a través de SUDs (sistemas de drenaje urbano sostenible) que facilitan la infiltración del agua de forma natural y, a su vez, la almacenan evitando la colocación de un sistema de riego mediante una selección de especies de bajo requerimiento hídrico.


La esconrrentía del agua junto con las entradas de las viviendas y garajes definen la forma de la nueva plaza.

Esta plaza, en su condición de cull-de-sac, se entiende y proyecta como un patio interior de manzana. Un jardín público, un espacio de espacios que crea pequeñas plazas accesibles resolviendo la topografía.

Estas plazas se vegetan con especies de bajo requerimiento hídrico, árboles y arbustivas reducen la temperatura y mejoran la evapotranspiración. Las atmósferas resultantes se controlan mediante las especies plantadas y sus sombras: portes columnares se combinan con parasoles y extendidos para conseguir un efecto de “bosque urbano”.

Los pavimentos semipermeables de terrizo estabilizado reducen las emisiones y permiten el intercambio de CO2 y O2 en los sistemas radiculares de las plantas.
Un paisaje vertebrado por el agua quedó sepultado por un velo de asfalto.

Ahora, la Fonte do Mouro se prolonga en la superficie del pavimento y participa de la plaza. Una pequeña balsa permite beber a los pájaros, jugar a los niños y mejorar el confort climático. El agua, también invisible, gestiona ahora el verde, el sonido y regula la temperatura ambiental.

Quizás sea esto lo hipnótico del nuevo espacio, la capilaridad de un elemento que entreteje el resultado de su arquitectura.