INMOBILIARIA
El nuevo Plan de Vivienda es «doping» para el alquiler
El Gobierno por fin ha presentado su nuevo Plan de Vivienda tras muchos meses de espera. A pesar de estar, de ser largamente esperado y de las expectativas que el sector había depositado en él, el resultado ha sido poco satisfactorio, si no relativamente decepcionante.
Las anunciadas ayudas al mercado del alquiler suponen un nuevo acicate para que los precios continúen subiendo, incluso en aquellas ciudades en las que parecía haber tocado techo y está ya comenzando a bajar. En Madrid el precio del alquiler subió solo un 1,5% en el cuarto trimestre de 2017, mientras que en Barcelona cayó un 4% en el mismo periodo.
Las subidas registradas en los mercados de Madrid y Barcelona hasta finales de 2016 han sido importantes y han provocado que el alquiler haya entrado en la agenda mediática y, tras ello, en la agenda política, un extremo que me alegra especialmente. Pero creo que el camino elegido no es el correcto (algo que el propio PP reconoció al derogar las medidas similares a estas aprobadas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero).
Las ayudas directas al alquiler no son la mejor medicina: dar dinero “en bruto” al inquilino no mejora su situación financiera, sino que ese beneficio se traslada directamente al bolsillo del propietario. Al establecer precios máximos a las viviendas que se pueden acoger a estas ayudas podríamos pensar que sólo afectará a los tramos más económicos, pero la experiencia nos ha demostrado que este tipo de “doping” acaba afectando a gran parte del mercado.
Estamos hablando de aumentar artificialmente el tope de precio de las viviendas en alquiler, de echar gasolina al fuego para que el precio del alquiler continúe subiendo, generando un mayor esfuerzo entre quienes no han podido beneficiarse de las ayudas y manteniendo en la misma situación a los que las disfrutan.
Por el contrario, el Gobierno debería haberse decantado por recuperar la desgravación fiscal del alquiler también para el inquilino, ya que permite que todos puedan disfrutar de esta ventaja y que tanto el inquilino como propietario declaren la existencia de un contrato de arrendamiento.
En este sentido, la mejor manera de potenciar el mercado del alquiler es tomar medidas que aumenten la oferta, ya sea dando mayor cobertura jurídica a los propietarios para que se animen a poner sus casas en alquiler, como colaborando con los ayuntamientos para que cedan suelo dotacional para la construcción de viviendas destinadas al alquiler, en colaboración con la empresa privada.
Del mismo modo, el Gobierno ha anunciado las ayudas a la compra de vivienda para menores de 35 años, siempre que estas se produzcan en municipios de menos de 5.000 habitantes y tengan un precio de venta inferior a los 100.000 euros. Esta medida resulta original pero probablemente será inocua para el mercado. Podría tener algún efecto en los municipios pequeños cercanos a las grandes ciudades, que podrían atraer a nuevos habitantes, pero sin políticas definidas para la lucha contra la despoblación rural su efecto en otras zonas será prácticamente nulo.